Cada vez que llamaba , o charlaba con los investigadores sobre mis alumnos obtenía la misma respuesta, chicos estupendos con gran valía, si pudiera, si tuviera fondos.....
Y ahora pasabas a escuchar el drama, nos han concedido fondos europeos o xx, pero tienen que completarse con un 20-15% con fondos del centro y hacienda no lo autoriza. Vamos a tener que devolver el dinero.
Investigaciones truncadas, sueños rotos y a malgastar talento y formación, para que otros se lleven el merito y el beneficio.
Frente a eso trabajo, trabajo y tenacidad, aquí un ejemplo.
“Estoy aquí gracias a mis profesores del instituto”
La investigadora del CNIO ha generado células madre embrionarias dentro de un ser vivo
María Abad es “la chica del momento” en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO). Así la llaman unas colegas cuando camina por los pasillos camino al comedor. Y no es para menos. Esta madrileña, nacida en el hospital de La Paz —“porque Alcorcón no tenía hospital en los ochenta”— hace 33 años, a escasos metros de donde ahora trabaja, ha conseguido reprogramar simples células adultas en células madre embrionarias dentro de un ser vivo. Después de queNature haya publicado los resultados, su teléfono no ha dejado de sonar (durante el almuerzo vibra varias veces) y confiesa que tiene decenas de mensajes sin leer. “Estoy abrumada. Estoy acostumbrada a disfrutar de lo que hago, pero no a que tenga trascendencia”, dice.
Abad salpica el relato de su trayectoria de agradecimientos. “He tenido mucha suerte con mis mentores”, repite. Cronológicamente, primero recuerda a sus profesores de instituto, Lola y Antonio. “Menciónalos”, pide. “Creo que estoy aquí gracias a ellos”, explica. Sus maestros despertaron su capacidad de asombro, su curiosidad. “Salí sabiendo que quería estudiar Biología”, dice. Acabó trabajando con Manuel Serrano, director del programa de Oncología Molecular del CNIO, gracias a un correo electrónico. “En diciembre de 2008 leí mi tesis, pero mi pareja, que también es científico, todavía no. Así que decidí quedarme en España y escribí a Manolo. Y así acabe aquí”, sonríe. Los cuatro años que separan aquel momento de su descubrimiento han estado plagados de “fracasos”. “Nos ha costado mucho convencernos de que esto merecía la pena, pero un día vimos una lucecita”. Habla en plural porque insiste en que este éxito no es solo suyo. Y añade dos nombres más a su lista de menciones: “Lluc Mosteiro y Cristina Pantoja”. Comprueba que los nombres de sus compañeras están bien escritos en el cuaderno. “Yo me estoy llevando la visibilidad pero ellas me han ayudado mucho. Este es un trabajo de equipo”.
Es en España donde Abad se imagina su futuro lejano. Cerca de su familia. Cuando habla de ellos se le trunca la voz y se le humedecen los ojos. “Se esfuerzan por apoyarme. Siempre se han interesado por lo que hago y en las cenas me piden que se lo explique. Y leen artículos para enterarse”. No es fácil comprender cómo es posible generar células madre embrionarias dentro de ratones. Tampoco que para llegar ahí “no hay horarios ni vacaciones ni fines de semana”. “Por eso nos emparejamos con otros científicos. Otro no lo hubiera aguantado”, se refiere a su novio. Pero las horas en el laboratorio, observando a sus “viejos ratoncillos”, han dado sus frutos. En este caso, un futuro lejano en el que órganos dañados pudieran regenerarse. Y ser “la chicaNature”.Abad espera que su hallazgo, que sugiere la posibilidad futura de autoregeneración de tejidos lesionados, sirva como una llamada de atención sobre la importancia de la inversión en ciencia. “España tiene un problema para atraer talento, de aquí o de fuera”, opina. De momento, la bióloga ya planea irse al extranjero. “Porque quiero, no me veo forzada”, matiza. A unos meses de que finalice su contrato el próximo mayo, sueña con trabajar en Boston o Nueva York. “Que nos vayamos a formarnos fuera no es un drama, la pena es que los científicos no podamos volver a hacer ciencia aquí”, añade.
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